Abuelita

 

ABUELITA

 

 

Hoy no quiero usar el tiempo pasado, porque mientras esté en nuestro recuerdo, seguirá viva.

Seguirá siendo esa mujer chiquitilla tan grande a la que le cuelgan los pies cuando se sienta en una silla; la que no usa el timbre porque le basta con silbar; la que nos llama los domingos por la mañana dando golpecitos con la silla desde el piso de arriba para anunciar que el pan tostado con aceite y el cafénya están en la mesa; la que me prepara un vaso de leche condensada con agua para merendar; la que nos da chocolate a escondidas porque lo tiene prohibido y lo guarda como un tesoro; la que nos enseña a coger coquinas en la playa...Es mi abuela, nuestra abuela y, si hay que hablar con propiedad, mi abuelita, porque así la he llamado siempre y así seguiré nombrándola.

Ha sido y es todo lo que se podía: hija, hermana, esposa, madre, abuela y amiga, esa chiquitilla tan grande con ojos inmensos, intensos, azules y eternos.